El 11 de septiembre de 2001 se produjo uno de los sucesos que dejó una huella permanente en la historia mundial: los atentados que derribaron las Torres Gemelas del WTC y afectaron al Pentágono. Estos ataques no solo provocaron un trágico saldo de víctimas, sino que también desataron un torrente de preguntas y teorías que, incluso dos décadas después, siguen sin ser resueltas satisfactoriamente para muchos. Las respuestas oficiales que han sido proporcionadas no han logrado disipar por completo las sombras de la duda, lo que ha dejado abiertas las puertas a diversas especulaciones y teorías de conspiración.
Desde las primeras horas posteriores a los ataques, la confusión y el caos, el horror, dominaron a la opinión pública mundial y a la estadounidense en particular. El vicepresidente Dick Cheney, junto con otros alto funcionarios de la Administración estadounidense, vivieron momentos de extrema tensión en la Casa Blanca mientras intentaban gestionar la crisis. Las decisiones que se tomaron en ese momento, así como los hechos que ocurrieron en esos minutos críticos, todavía generan preguntas. ¿Cómo se manejó la situación desde el centro de poder más importante de Estados Unidos? ¿Qué decisiones se tomaron bajo el estrés de un ataque sin precedentes?
Incógnitas en el WTC
Una de las incógnitas más persistentes ha sido el colapso de las Torres Gemelas. Según la versión oficial, los Boeing 767 secuestrados impactaron en los edificios y, tras un incendio alimentado por el combustible de los aviones, por el queroseno, las torres cayeron en cuestión de minutos. Sin embargo, muchos escépticos, entre ellos ingenieros y arquitectos con una larga experiencia, han puesto en duda la rapidez y la precisión con la que los rascacielos se desplomaron. Sostienen que las llamas y el calor no habrían sido suficientes para debilitar el acero estructural de manera tan rápida, y argumentan que los edificios colapsaron de una forma que se asemeja demasiado a una demolición controlada.
Otro punto de controversia es el caso de la Torre 7 del World Trade Center (WTC), un edificio de 47 pisos que se derrumbó horas después de los ataques, a pesar de no haber recibido el impacto de ningún avión. La versión oficial sugiere que el edificio colapsó debido a los incendios provocados por los escombros de las torres vecinas así como por la inercia estructural. No obstante, muchos críticos encuentran esta explicación poco convincente, ya que el colapso fue casi tan preciso y rápido como el de las Torres Gemelas, lo que ha generado dudas sobre si fue «víctima colateral» o si hubo otros factores en juego.
Las dudas del Pentágono y el vuelo 93
El atentado al Pentágono también ha estado rodeado de polémica. Este edificio, sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, recibió el impacto del vuelo 77 de American Airlines. Sin embargo, el nivel de daño en la estructura y el escaso número de restos del avión encontrados en el lugar han llevado a algunos a cuestionar si realmente fue un avión de pasajeros el que impactó el edificio o si se trató de otro tipo de ataque, como el lanzamiento de un misil, como parece más cierto, «fuego amigo». El hecho de que el Pentágono, una de las instalaciones más protegidas del país, fuera atacado más de una hora después de los primeros impactos en Nueva York, y sin que las defensas lo impidieran, ha dejado muchas dudas en el aire.
El vuelo 93 de United Airlines, que se estrelló en un campo de Pensilvania, también ha generado una variedad de interpretaciones. La versión más aceptada es que los pasajeros, tras enterarse de los otros atentados, intentaron recuperar el control del avión, lo que evitó que este alcanzara su objetivo, posiblemente la Casa Blanca o el Capitolio. Sin embargo, no faltan teorías que sugieren que el avión pudo haber sido derribado por las fuerzas aéreas estadounidenses, enviadas para prevenir más ataques. Aunque existen grabaciones de las conversaciones de los pasajeros con sus familiares que corroboran el acto de rebelión -contra los secuestradores- a bordo, la falta de pruebas más firmes ha mantenido viva la especulación sobre lo que realmente ocurrió en esos últimos minutos del vuelo.
Bin Laden y George W. Bush
Otro elemento central de estas teorías es la figura de Osama Bin Laden, señalado como el autor intelectual de los atentados. Durante años, el paradero de Bin Laden fue un misterio, y aunque finalmente fue encontrado y muerto en 2011 en Pakistán durante una operación de los Navy Seals, las circunstancias en torno a su muerte han sido objeto de especulación. La decisión de no mostrar su cuerpo y su posterior entierro en el mar generaron aún más dudas sobre si realmente fue él quien fue capturado y abatido. Algunos sostienen que Bin Laden pudo haber muerto mucho antes, o que incluso pudo haber sido capturado en secreto.
El papel del gobierno de George W. Bush también ha sido objeto de numerosas preguntas. Algunos críticos sugieren que los atentados del 11 de septiembre fueron utilizados como una justificación para iniciar las guerras en Afganistán e Irak, con el objetivo de controlar recursos estratégicos como el petróleo. Además, es sorprendente para muchos que los terroristas hayan podido recibir entrenamiento en suelo estadounidense sin ser detectados, y que después de los ataques se permitiera la salida del país de varios familiares de Bin Laden así como de otros ciudadanos saudíes, algo que ha alimentado aún más las teorías de la conspiración.
Otra de las decisiones polémicas de la administración Bush fue la rapidez con la que se dirigió la atención hacia Irak, a pesar de que los atentados habían sido planificados y ejecutados por Al-Qaeda, un grupo que operaba principalmente en Afganistán. La invasión de Irak en 2003 fue presentada como una respuesta a la amenaza de armas de destrucción masiva y al supuesto vínculo entre el régimen de Saddam Hussein y los terroristas de Al-Qaeda, vínculos que nunca se comprobaron. Esta guerra, que se prolongó y dejó muchas interrogantes sobre las verdaderas intenciones detrás de la intervención militar estadounidense en la región.
Los atentados del 11-S no solo marcaron un punto de inflexión en la Historia contemporánea, sino que también dejaron muchas dudas y sospechas que aún persisten. Si bien la versión oficial ha sido aceptada por muchos, hay quienes creen que no se ha dicho toda la verdad. A lo largo de los años, las teorías de conspiración han encontrado eco en diversos sectores de la sociedad, alimentadas por las lagunas y contradicciones en la narrativa oficial. El 11-S sigue siendo un suceso con muchas dudas, y es probable que continúe siendo objeto de debate en los próximos años si no se despejan las dudas que aún persisten.