El Titanic se hundió, tras chocar con un iceberg, en la noche del 14 al 15 de abril de 1912 quedándose perdido hasta que en 1985 el doctor Robert Ballard lo encontró a 3800 metros de profundidad. Desde entonces ha generado expectación y también interés en una historia que es ya eterna.
El Titanic hizo un único viaje, el viaje inaugural, era el orgullo de la White Star Line y no podía nadie esperar lo que el futuro le deparaba en las aguas del Océano Atlántico. El calificado como de “insumergible”, con ruta desde el puerto inglés de Southampton al estadounidense de Nueva York, jamás vería concluida esa primera travesía.
El enorme barco, de 269 metros de longitud, tardó alrededor de dos horas y cuarenta minutos en hundirse, con él perecieron más de 1500 personas.
Hipótesis para reflotar el Titanic
Cuando se localizó en 1985 se realizaron todo tipo de hipótesis para reflotar el Titanic, ideas que se veían reforzadas por películas como, por ejemplo, “Rescaten al Titanic”, basada en la obra de Clive Cussler. Pero recuperar los restos del barco no es tan sencillo como se piensa y es una tarea imposible.
El Titanic se encuentra a casi 4000 metros de profundidad con una enorme presión por centímetro cuadrado. A esa profundidad es difícil hasta acercarse al mismo, como lo demuestra la reciente tragedia del sumergible Titán, de la empresa OceanGate.
Las condiciones de navegación son extremas pero peor aún es el estado en el que se encuentra el Titanic cuyo casco está demasiado frágil pues está siendo su hierro devorado por las bacterias. A todo ello contribuye el agua salada ácida, el ambiente hostil y la presión que hace que sea realmente peligroso y que hagan que su destino, en poco más de dos décadas, sea convertirse en un amasijo de fragmentos.
Igualmente está el tema ético y moral pues se considera que, virtualmente, el Titanic es un cementerio con lo poco que quede de las personas que perecieron a bordo del mismo.
Objetos recuperados del Titanic
Del “campo de restos” se han recuperado diferentes objetos del Titanic, incluida una sección del casco recuperada en 1998. Pero cualquier plan para realizar una operación de rescate ha sido descartada.
Hubo ideas audaces –antes de saber que el barco estaba partido en dos pese a la constancia de ello en los informes de la época- sobre cómo reflotar el transatlántico. Una de ellas era la que inflar, debajo de los restos, flotadores o “bolsas” de aire gigantes que elevaran el Titanic a la superficie al estilo de la obra de Cussler.
Obviamente esto sería imposible por el estado en el que se encuentra el barco así como la imprevisibilidad de saber la velocidad de subida a la superficie, de forma correcta, para que no se desintegrara.
En 1914 se propuso usar electroimanes a fin de hallar los restos y sacarlos a la superficie. Entre 1960 y 1970, surgió la idea descabellada de llenar el barco con pelotas de ping pong y así que emergiera.
Otras ideas fueron el rellenarlo con 180.000 toneladas de vaselina que, al solidificarse, provocaría el ascenso del Titanic; o congelar el agua alrededor del casco usando nitrógeno líquido.
A día de hoy, por mucha pasión que se le ponga a rescatar los restos del Titanic, lo que sabemos es que es mejor que aguarde su final en el fondo del mar y que en el mar se quede lo que al mar pertenece.