Érase una vez… Seguramente, en alguna ocasión, te han contado -sobre todo en tu infancia- un cuento o bien tú has sido el narrador del mismo a un hijo o sobrino. Los cuentos son historias moralizantes que siempre esconden valores y defienden la verdad y la justicia. Sin embargo pueden esconder significados que resultan sumamente impactantes.
En los cuentos se suelen tener siempre a un protagonista, femenino o masculino, en el que hay un poco de aventura, de magia, de hadas, de fantasía. A la Historia de este género pasaron los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen o Charles Perrault entre otros muchos y donde se guardan muchos arquetipos y secretos.
No obstante las versiones que nos han llegado de los cuentos donde había un final mucho más duro y grosero se han adaptado a los tiempos pero también al perfil de quién va a recibir esa enseñanza.
Versiones reales contra adaptaciones más blandas
De entre todos ellos destacan algunos que son significativos, así, por ejemplo, nos encontramos que en «La Cenicienta» se suprimió el final que tienen las hermanastras de la protagonista a manos de unas vengativas palomas y que es un reflejo de las leyes de Retribución y Castigo o, lo que es lo mismo, del Karma. Aquello que das es lo que recibirás, si haces el mal recibirás el mal.
En ese mismo cuento, en su original, no hay zapato de cristal ni calabaza que se convierte en carruaje, igualmente se obvió a las hermanastras cortándose los dedos de los pies para que este entrara en el zapato sin tener mucho éxito.
Las palomas tienen un gran simbolismo en el cuento pues representan al alma pura, a la parte espiritual que lucha contra el mal.
Cenicienta baila tres veces con el príncipe en lo que se pone en valor el número 3 como cifra cabalística y como referencia a Jesús de Nazaret que tenían en el 3 su número (recordemos que murió con -teóricamente- 33 años, 3 veces 3).
La pobre Cenicienta siempre se acuerda de su madre -en el relato original- y simboliza a la unión maternal. En el cristianismo podría ser la Virgen María, y a la ayuda que necesita. También es un concepto hermético pues «la muerte que nos da vida» se impone en todo ello.
Incluso, en los finales felices, con boda con el apuesto príncipe, suele tener el sentido alquímico de la «boda química» que es la unión del espíritu al alma humana.
En este cuento también se pone de manifiesto lo que es la competitividad social encarnada en la madrastra y sus hijas así como el hechizo temporal que es la suerte y el trabajo que se debe hacer tras él. Las horas son importantes pues la medianoche marca la frontera que hay entre lo real y lo ficticio o lo que separa a dos clases sociales. Igualmente ese zapatito de cristal es la conexión mágica entre el mundo real y lo que es la fantasía.
Otros cuentos «escondidos»
En «La Bella Durmiente» nos encontramos con 13 hadas protectoras de las cuales una queda fuera del convite por el nacimiento de la niña, de la hija del rey. La que hace el número 13 (nótese la identificación de este número) pasa a ser un hada mala, una especie de bruja con claras connotaciones esotéricas y supersticiosas. Pero, lo curioso, es que en la numerología el 13 es un número positivo que indica un cambio espiritual. Las otras doce hadas es una referencia a los doce apóstoles o las doce casas zodiacales conocidas, los doce dioses del Olimpo o los doce signos de la Astrología.
El 12 es un número que está muy presente en todas las culturas y que indica el camino a la luz, el trabajo iniciado, 12 es 3 cuando se simplifica. El hecho es que esa hada maléfica sería la que maldice a la niña y vaticina su muerte a los 15 años.
Cada hada da una cualidad a la niña, a «La Bella Durmiente», una la belleza, otra la virtud, hasta llegar a las número 12 quién amortigua la maldición diciendo que «sólo será un sueño de 100 años». Esto es una referencia a lo que es la labor de los Señores del Destino.
Cuando la princesa duerme también quedarán sumidos en el sueño todos los habitantes de su reino. La maleza cubre el reino, las zarzas el castillo, siendo la zarza una alusión a la misión y visión del Moisés bíblico y al despertar de la conciencia, de una forma clara cuando despierta la propia protagonista.
Blancanieves es también especial: huérfana, con una malvada madrastra que tiene una mala relación con ella. Un espejo que siempre dice la verdad, que te muestra la imagen real y como eres.
En las grandes ceremonias ocultistas siempre había un espejo, el «espejo de la verdad» y no puede ser simple casualidad que aparezca en el cuento. Es la relación con la magia, con la capacidad taumatúrgica y el contacto con dimensiones desconocidas. Por eso la madrastra -que también es una bruja- se horroriza al ver su verdadera imagen, como es por dentro. Eso hace que ordene al cazador que le lleve el corazón de la joven, el hígado y los pulmones -todo ello es la representación de la anatomía oculta-. Los siete enanito -nótese el valor mágico del 7- son los gnomos que la ayudan y que encarnan a la sabiduría popular.
No obstante la madrastra logra matar a Blancanieves al tercer intento, primero lo intenta dejándola sin respiración, luego con una peineta envenenada y, finalmente, con la que logra su objetivo, con una manzana cargada de veneno. La manzana siempre simbolizará a lo prohibido, es una referencia del pecado original y a Adán y Eva.
El mundo que ofrecen los enanitos es como una burbuja, es irreal pero garantiza su protección. La protagonista simboliza a la indefensión; los enanitos es el mundo seguro e infantil. El sueño profundo es el tránsito a lo que es el crecimiento y la madurez en un bosque que es la adolescencia y la pubertad. EL príncipe es la evocación a las primeras experiencias.
En Hansel y Gretel nos encontramos con una enseñanza oculta: tras algo dulce se puede esconder algo amargo. Los niños son la astucia y la habilidad aunque también se representa a un camino de migas de pan que es el camino de la verdad. Su final viene a resolver que los bienes espirituales están por encima de los bienes materiales.
Es un cuento que pone de manifiesto lo que es la confianza de las personas en la familia, la bruja es siempre lo negativo y «la casa de chocolate» es la seguridad y el deseo.
En Caperucita Roja hay mucho de erotismo. El lobo es el deseo pero también es la sabiduría. La capa roja es lo erótico y el placer. También nos encontramos con la fuerza interior de la persona y la fuerza exterior -que es el cazador-.
El cuento de Perrault esconde más crueldad en su relato original pues simboliza la sexualidad. En el cuento original la joven es atada a la cama para ser devorada. La versión más inocente la ponen los hermanos Grimm.
La Sirenita son las fuerzas sutiles que están en las aguas, es la representación del materialismo que puede tener el ser humano, el apego a lo material olvidando lo espiritual. También es el amor, el desengaño, la renuncia a lo que se ama, el sacrificio.
El patito feo nos enseña a mirar dentro de la persona, es una historia moral pero con tintes esotéricos pues tras la fealdad en una etapa se puede esconder el atractivo y la belleza.
En Alicia en el País de las Maravillas Lewis Carroll pone en juego el valor esotérico del espejo, la magia de los colores, las dimensiones o la vibración energética. Las leyes que se quebrantan o el mundo al revés. En las cartas del cuento se esconde la sabiduría que está tras el tarot.
«Los Tres Cerditos» nos enseña el valor de las cosas, del trabajo, todo esfuerzo tiene una recompensa, que hay que luchar en las situaciones que son más desfavorables y que lo superficial suele ser decadente y frívolo.
El lobo siempre es la adversidad, el infortunio y las tres casas construidas es el diferente desarrollo humano o las edades el hombre.
Es la interpretación de los cuentos infantiles, lo original y lo dulcificado allá donde siempre hay una enseñanza y una moraleja o un sentido oculto tras el mismo.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.