Arrambarri para a Sobrino antes de que Ontiveros ejecute la falta que acabó en el poste. Foto: Cádiz CF.

El Cádiz CF no pasa de un anodido empate ante un brusco y duro Eibar

Los de Garitano se ven frenados por un rival excesivamente agresivo en un encuentro espeso y demasiado áspero en algunos momentos

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Hay partidos aburridos y partidos aburridos, pero lo del Cádiz CF-SD Eibar se queda corto con esa definición. Las soporíferas dos terceras partes del choque acabaron con un empate que le sirve de poco o nada a ambos equipos para intentar acercar al playoff y de algo (pero muy poco) para acercarse a la salvación matemáticamente.

El anodino encuentro parece que no va a ser más que la antesala de lo que le espera ya a este Cádiz hasta el final de temporada, en la que se despidió de soñar con tratar de ascender (en realidad se despidió con el mercado invernal de la entidad) y en la que parece que no van a hacer falta llegar a los 50 puntos para darse por salvado.

Es lo que tiene estar en tierra de nadie en la clasificación, con una plantilla justa y descompensada que no se quiso arreglar en enero y después de haber tenido que cesar al entrenador antes de acabar la primera vuelta. Y viendo cómo pintaban todo en diciembre y lo mal que se hicieron las cosas en verano y no se arregló en el mercado invernal, bendito aburrimiento de final de liga el que nos espera. Porque no hay que olvidar que antes de la llegada de Gaizka Garitano este equipo era carne de Primera RFEF. Al menos, los nueve puntos (que son diez reales) que le saca al descenso a falta de nueve jornadas parece que van a ser suficientes. Esperemos. Eso parece.

El de este lunes (vaya día más poco futbolero, ¿verdad?) ha sido el primero de los aburrimientos que nos esperan hasta final de temporada. Parece que de aquí a final de curso, el objetivo pasa a ser poner a Melendo al cien por cien para la próxima campaña ante la previsible marcha de Ontiveros (que sigue siendo un jugador diferencial, pese a no estar en su mejor momento) y en tratar de revalorizar en lo posible a jugadores a los que se les debe dar salida. O con los que se ejerza la opción de compra, como a Kovacevic. De otros, como Roger o Brian, parece que difícilmente se le va a poder revalorizar.

Garitano sorprendió con algunos cambios o variaciones en el once. La vuelta de Kovacevic estaba cantada. La de Iza y Melendo, entraba en lo posible. La de Fede San Emeterio era menos previsible, pese a que Diakité venía demostrando en los últimos compromisos que no está al nivel de ese futbolista que emergió con la llegada de Garitano. Con el cántabro, además, Alcaraz parece más pendiente de tener que echar más cables en defensa y está menos fresco para otras labores.

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El Eibar tenía claro que su primera misión era no encajar y luego intentar aprovechar alguna oportunidad. Lo primero lo hizo a la perfección, lo segundo estuvo cerca. El cuadro armero se defendió en el primer tiempo a patadas y en el segundo con balón. Los equipos vascos siempre tenían fama de físicos, intensos y agresivos. Lo del Eibar de hoy ha bordeado el límite del reglamento. Solo la falta de autoridad y capacidad de controlar el partido de Lax Franca ha impedido que el cuadro eibarrés se marchara al descanso con más tarjeta y que, probablemente, hubiera acabado con algún hombre expulsado.

Era tocar el balón Melendo y Ontiveros y los visitantes no dudaban en hacer falta. A veces, con excesiva saña incluso, como alguna en la frontal. Especialmente fáciles dando patadas han estado Nolaskain y Arbilla. Pues el primero no vio ni tarjeta. Y es difícil de explicar que un equipo que ha cometido hasta 19 faltas en la primera mitad (más que el Cádiz en todo el partido) se fuera al descanso con solo dos tarjetas. En la segunda mitad, en la que como decimos se han defendido con el balón, solo han cometido cinco.

Aunque fuera solo por reiteración, como indicó el trencilla en la primera cartulina que mostró (a Corpas). Pero es que la reiteración también es cometer falta sobre el mismo o los mismos jugadores. Y Ontiveros y Melendo lo han sufrido en este encuentro y, en alguna entrada, hasta con temor de posible lesión. El árbitro está para controlar eso, y Lax Franco no ha sabido hacerlo y se ha puesto incluso en riesgo la integridad de algún futbolista.

Ha sido la única estadística en la que el Eibar ha sido claramente superior. Esa y la de recuperaciones, mitad por esa agresividad y mitad por las imprecisiones cadistas.

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Pese a todo, el Cádiz comenzó mejor, presionando y recuperando arriba y generando sensación de peligro, sobre todo cuando aparecía Ontiveros. El marbelli pudo y mereció marcar en el minuto 14, pero su disparo se fue al poste izquierdo. Fue casi la última acción antes de que una desmedida e innecesaria falta de Cubero a Melendo frente al banquillo local marca el final de ese claro dominio cadista. Era el minuto 18. Y ya no es que no hubiera dominio cadista, es que apenas hubo nada que echarse a la boca en el choque.

Una buena cabalgada de Sobrino y una acción personal de Chris Ramos, con caño incluido en la línea de fondo, que no está claro si centró o chutó sin ángulo fueron dos claras ocasiones cadistas. El Eibar dispuso de una muy buena ocasión en su acercamiento más claro de toda la primera mitad, pero Sergio Bautista envió fuera su remate de cabeza, solo, en el área pequeña en el minuto 44.

El pasó por el vestuario cambió las tornas. El Eibar se hizo con el balón y decidió que era la mejor forma de defenderse sin necesidad de arriesgar ni de dar tantas patadas. Y eso que no tenía en el campo al teórico futbolista que debía mover mejor el esférico, Matheus. El Cádiz, por el contrario, no sufría atrás, pero no encontraba la forma de generar de nuevo peligro, ya con Ontiveros y Melendo que entraban menos en juego. Aún así, en el arranque de este segundo acto dispuso de una oportunidad en una chilena de Chris Ramos, que se marchó fuera.

Los visitantes administraban bien la pelota, sin necesidad de arriesgar, conscientes de que así alguna tendrían. Así igualaban la estadística de la posesión y parecían ir cansando al Cádiz de ir detrás del balón. Tanto que, otra vez, el equipo amarillo pareció tener un bajón físico pasada la hora de juego. Los amarillos comenzaron a llegar tarde a las acciones y cada vez iban apareciendo más huecos en su zaga.

El Eibar no quiso arriesgar para ir a por un partido que daba la sensación de poder ganar en los minutos finales, cuando el Cádiz cambió su dibujo y arriesgó mínimamente para tratar de tener presencia ofensiva y generar ocasiones. Nada loco, que no se crea nadie, que se trata de Garitano y lo del equilibrio en el equipo lo mantiene casi siempre. El técnico sacó a dos hombres por las bandas, dos extremos como Brian y De la Rosa, para tratar de alimentar la presencia de dos delanteros, con la entrada de Carlos Fernández junto a Chris Ramos y a Roger en los minutos finales.

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Pero desde las posiciones de extremos el Cádiz centró una o ninguna vez. Más bien ninguna. Los servicios han venido por Iza o por Alcaraz cuando estaban en el campo. Roger esta vez ganó una carrera, pero ni él ni Brian están al nivel que se espera de ellos por las circunstancias que sean. Y el Eibar pudo ganar, con un par de llegadas con peligro con centro por las bandas y sobre todo en un disparo desde la frontal tras un rechace. Pese a todo, el Cádiz mantuvo su nivel defensivo. El tándem Kovacevic-Chust se retroalimenta y se hace mejores centrales mutuamente y el equipo parece sentirse más cómodo.

El choque fue de esos de los que en el minuto 70 todo el mundo en el Mirandilla decía "todavía quedan 20 minutos". Pues sí, 20 minutos de tedio y aburrimiento y al día siguiente un martes laborable. Desde luego, si el Cádiz debe convencer a su afición para que renueve su carné con encuentros como este, el año que viene bajará el número de abonos. Y si la dirección deportiva y el club vuelven a hacer una apuesta como la que han hecho esta temporada (tanto en el mercado de verano como en el de invierno) solo esa enfermedad sin explicación del cadismo puede hacer que la cifra se mantenga.

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