
Cádiz sale este sábado 5 a la calle en defensa del derecho a la vivienda de su gente

Este sábado 5 de abril, Cádiz vuelve a salir a la calle. La ciudad, que no ha dejado de movilizarse en defensa de la vivienda digna, se une hoy a la protesta nacional convocada para denunciar la turistificación desmedida y la expulsión vecinal que sufren muchas ciudades del país.
La plataforma Cádiz Resiste llama a llenar las calles y hacer visible una reivindicación ciudadana que cobra aún más fuerza tras los recientes acontecimientos vividos en la capital gaditana esta semana.
La manifestación arranca a las 12:00 horas desde la Plaza de San Antonio y recorrerá algunas de las calles del Casco Antiguo de Cádiz, llevando la protesta por la zona más afectada por esta proliferación de la turistifcación para reclamar soluciones efectivas frente a la emergencia habitacional. Con pancartas y consignas ya conocidas como “¡Nos quedamos en Cádiz!“ o “No más apartamentos turísticos“, los vecinos y vecinas volverán a hacerse oír para exigir viviendas dignas y el fin de los desalojos.
La convocatoria no es nueva, pero se vuelve especialmente simbólica y urgente tras lo sucedido estos días. Cádiz Resiste ha venido realizando durante las últimas semanas asambleas informativas en diferentes barrios de la ciudad, compartiendo con los vecinos la situación actual y la necesidad de sumar esfuerzos para que esta movilización tenga un impacto real. Los encuentros han servido para reforzar la conciencia de barrio y recordar que la defensa de la vivienda es una causa común de toda la ciudad.
La manifestación de hoy se celebra en una semana marcada por dos noticias que han elevado la concienciación y la sensibilización con estos temas en Cádiz. Por un lado, el desalojo de Tamara Manzano y sus dos hijas menores del piso de la empresa municipal de vivienda, Procasa, donde había residido el último año. Por otro, la confirmación de que tres familias que habitan en una finca de la Plaza Fragela serán desalojadas para dar paso a nuevas viviendas turísticas.
El caso de Tamara Manzano ha sido especialmente doloroso. “Me voy a la casa del pueblo, al Ayuntamiento“, decía entre lágrimas Tamara tras entregar las llaves de su vivienda en el barrio de Guillén Moreno. Tras días de incertidumbre y promesas del Ayuntamiento, se ejecutaba el primer desahucio de una vivienda pública bajo el mandato de Bruno García como alcalde.
A esa misma hora, una veintena de personas mostraba su indignación frente al edificio: “¡Vergüenza!“ y “¡Procasa desahucia!“ se escuchaba mientras la comisión judicial abandonaba el inmueble. La tensión se palpaba en el ambiente, con la llegada de un portón antiocupas se acentuaba el dramatismo de la escena.
Este lanzamiento se llevó a cabo pese a que la Apdha había solicitado su paralización, alegando la situación de vulnerabilidad de la afectada y amparándose en el Real Decreto-ley 1/2025. Sin embargo, la petición fue desestimada, y la única alternativa que ofreció el Ayuntamiento fue un alojamiento temporal en una pensión por diez días o una vivienda de 40 metros cuadrados que Tamara rechazó por insuficiente.
La historia de Tamara es la de muchas personas en Cádiz: víctima de malos tratos, con problemas de salud y una lucha constante por conseguir una vivienda estable para sus hijas. “No hay solución. Estoy decaída. Mis hijas están en manos de un psicólogo en el colegio por todo lo que han vivido“, declaró ante los asistentes a la concentración frente al Ayuntamiento, celebrada dos días después del desalojo.
Pero no ha sido el único caso que ha sacudido la ciudad en esta semana crítica. Apenas 24 horas después del desahucio de Tamara Manzano, se conocía que tres familias residentes en la Plaza Fragela podrían ser desalojadas en las próximas semanas. El edificio ha sido adquirido por una promotora que planea convertirlo en viviendas de lujo orientadas al turismo. Dos familias ya han abandonado el inmueble ante la presión, pero otras tres siguen resistiendo.
Una de las afectadas, que lleva diez años viviendo allí, ha explicado que le ofrecieron trasladarse a un “barrio obrero de Sevilla“, lo que supondría perder su trabajo y romper con su entorno familiar. “Llevo meses buscando una casa para alquilar en Cádiz, pero no encuentro nada con al menos dos habitaciones por menos de 800 euros, y mi nómina es prácticamente esa cantidad“, lamenta.
Estas situaciones, que reflejan la falta de alternativas habitacionales reales para las familias gaditanas, son las que han dado más sentido que nunca a la manifestación de hoy. Cádiz se moviliza no solo como parte de una protesta estatal, sino como una ciudad golpeada directamente por las consecuencias del modelo turístico y especulativo que amenaza con vaciarla de vida.
La protesta de este sábado se suma a una serie de movilizaciones que la ciudad ha protagonizado en los últimos años. Cádiz ha sido ejemplo de resistencia ante la turistificación masiva que expulsa a vecinos de sus casas y destruye el comercio local. “El turismo es bienvenido pero no a costa de que los gaditanos y gaditanas tengamos que irnos de Cádiz“, repiten desde la plataforma Cádiz Resiste.
Las pancartas volverán a recordar consignas que ya resuenan en las calles: “No más asusta-viejas“, “No más alquileres insufribles“, “No más apartamentos turísticos“. Cádiz se planta, una vez más, ante las políticas que priorizan los beneficios económicos sobre la vida de sus ciudadanos.
Mientras tanto, las familias afectadas siguen esperando respuestas. Tamara Manzano continúa en el albergue de la calle Soledad junto a sus hijas, "pasando miedo", como ella misma ha confesado. Las familias de la Plaza Fragela aguardan una reunión urgente con el alcalde para evitar un desenlace que parece cada vez más inminente.
Hoy, Cádiz Resiste vuelve a liderar el grito colectivo por el derecho a la vivienda. “Ni gente sin casa, ni casas sin gente“, seguro que se volverá a oír en las calles de Cádiz mientras recuerdan que quedarse es resistir. La ciudad está decidida a no rendirse.