La presidenta de la Feredación 5 de Abril, Pilar García, sí estuvo en el acto de primera piedra de la promoción de Marconi, pala en mano. Foto: Eulogio García.

¿Dónde estaba el movimiento vecinal de Cádiz en el desahucio de Tamara Manzano? Desaparecido otra vez

Actualizado:

No es la primera vez que el movimiento vecinal gaditano queda retratado, de la peor manera, ante un desahucio. Y, lamentablemente, todo apunta a que tampoco será la última. La ausencia de estas asociaciones, creadas precisamente para defender los intereses de los vecinos y vecinas, se ha vuelto un patrón preocupante. Y esta semana se ha vuelto a repetir.

Como ya ocurrió en el desalojo de la anciana de 86 años del barrio del Pópulo (paralizado finalmente tras la compra del inmueble por parte del Cádiz CF), las asociaciones vecinales de la ciudad y del barrio afectado han vuelto a brillar por su ausencia en las concentraciones y protestas en apoyo a Tamara Manzano. Y como aquella vez, quizás crean que basta con un mensaje tibio en redes para justificar su falta de implicación real.

Solo Cádiz Centro ha estado presente en ambos casos (y en las movilizaciones de Cádiz Resiste) y las asociaciones de La Viña y Cortadura se asoman en algunas acciones. Pero poco más. Tamara Manzano vivía en Guillén Moreno igual que su madre y ni la asociación del barrio ni mucho menos la Federación 5 de Abril se han dejado notar claramente.

La historia de Tamara Manzano, madre de 46 años con dos hijas menores, desahuciada esta semana de la vivienda pública de Procasa que había sido su hogar durante el último año, ha provocado una ola de solidaridad en Cádiz. Colectivos sociales, plataformas críticas y vecinas sensibilizadas se volcaron con su caso. Pero no fue así con la Federación 5 de Abril ni con la Asociación de Vecinos Las Desamparadas, que en un primer momento amagó con un tímido respaldo para después desvanecerse en un silencio calculado. No solo evitaron estar presentes en las protestas: tampoco realizaron ninguna declaración pública en defensa de Tamara, pese a que su caso se ha convertido en un símbolo palpable de la falta de alternativas habitacionales en Cádiz.

Durante el lanzamiento, en plena calle Marinero en Tierra, los gritos de indignación no solo apuntaban a Procasa o al Ayuntamiento. Las pocas decenas de personas que se concentraron también se preguntaban, en voz alta y con rabia, "¿Dónde están los representantes de las asociaciones de vecinos?". La ausencia fue tan estruendosa que no pasó desapercibida para nadie.

Especialmente clamorosa ha resultado la actitud de la presidenta de la Federación 5 de Abril, Pilar García Gutiérrez, que tampoco ha estado presente hoy en la movilización por la vivienda, ni siquiera cuando la cita se celebraba precisamente un 5 de abril, la fecha que da nombre a la federación que preside. Una ironía dolorosa que no ha pasado desapercibida para nadie. Mientras tanto, Pilar García sí aparecía días atrás, pala en mano, junto al alcalde Bruno García, en la colocación de la primera piedra de la promoción de viviendas en Marconi. Una foto bien calculada de cara a la galería, que contrasta brutalmente con el silencio absoluto ante el drama de Tamara, una madre vulnerable obligada a dormir en un albergue sin cocina junto a sus dos hijas menores, y con su ausencia de la manifestación de este, precisamente, 5 de abril.

Esta inacción no es nueva. En el caso del desahucio de la anciana del Pópulo, las asociaciones vecinales también optaron por quedar en un segundo plano, limitándose a publicaciones de compromiso en redes y evitando cualquier implicación real o presencia en la calle. Entonces, como ahora, tampoco quisieron responder a las preguntas de este medio cuando se les solicitó una valoración. Ni Pilar García Gutiérrez ni los portavoces de estas asociaciones han querido asumir el papel que les corresponde.

Más sangrante aún ha sido la retirada progresiva de Las Desamparadas, que inicialmente mostró algo de respaldo a Tamara pero rápidamente reculó. En un intento de desmarcarse, llegó a justificar su ausencia afirmando que Tamara no pertenecía a la asociación, para después desaparecer por completo de cualquier movilización o posicionamiento público.

Este silencio atronador contrasta con la combatividad de estas asociaciones cuando se trata de actos institucionales, donde las cámaras están presentes y las fotos son oportunas. Ante situaciones que verdaderamente afectan a los vecinos y vecinas más vulnerables, estas asociaciones parecen desvanecerse, dando la espalda a la responsabilidad que deberían asumir.

Especialmente doloroso resulta este vacío cuando, cuatro días después del desahucio, la administración local apenas ha ofrecido a Tamara y a sus hijas más que una estancia temporal de diez días en un albergue sin condiciones dignas. La criminalización de la pobreza por parte del Ayuntamiento ha sido evidente, y el silencio de las asociaciones vecinales oficiales solo contribuye a esa marginación institucionalizada. ¿Para qué están, entonces, estas asociaciones? Si no es para esto, ¿para qué? Igual les sigue valiendo con una entrada en redes.