Redes capturando el atún en una almadraba con unos pescadores, vestidos de naranja, en primer término.
Pescadores en plena captura del atún.

La campaña de almadraba arranca la costa de Cádiz

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Con la llegada de la primavera son varios los puertos de la costa gaditana que recuperan el pulso de una tradición que tiene milenios y que define la economía de una zona pero también trasciende a la cultura y forma de vida. Las labores en tierra ponen de manifiesto el comienzo de la temporada de almadraba, que se trata de una técnica ancestral de pesca del atún rojo y que tiene cuatro lugares destacados dentro del litoral gaditano como son las localidades de Barbate, Conil, Zahara de los Atunes y Tarifa.

En el puerto de Barbate son ya muchos los preparativos que se hacen de cara a todo ello ultimando el montaje de la almadraba de Zahara, paso previo a ser trasladada al mar. Las mismas acciones tuvieron su inicio en la localidad de Conil y se ultiman en Tarifa culminando todo ello con la denominada levantá —que es la fase de captura del atún rojo— requiriendo de una amplia planificación, muy precisa, así como de la participación de cientos de personas.

Cuotas aproximadas

El periodo de captura aún tardará en comenzar pero ya se nota la actividad en las costas, en la temporada anterior hubo unas cuotas de captura realmente llamativas, en total fueron 1.643,167 toneladas. La distribución se hizo de forma que Barbate tuvo 454,124 toneladas; Conil 426,325; Zahara de los Atunes 413,264; y Tarifa, 349,454.

La tradición almadrabera es un soporte importante dentro de la economía local y es también parte de una identidad cultural que tiene profundas raíces en la región. La misma genera más de 500 empleos fijos y casi 6.800 indirectos en una actividad que trasciende a la propia pesca.

La almadraba es una forma de vida cuyo conocimiento pasa de padres a hijos, de generación en generación, en el que se traspasa el saber sobre el mar, los vientos, las corrientes así como de los movimientos migratorios del atún, que es muy relevante para llevarla a cabo.

La Organización de Productores Pesqueros de Almadraba cree que la gran abundancia de atunes en esta parte de la costa justifica hasta una subida, un aumento de la cuota y, en consecuencia, se plantea la posibilidad de recuperar lo que era la almadraba de Sancti Petri, en Chiclana, que es un viejo sueño del sector.

Acuerdos con otras flotas

En Barbate también se cierran acuerdos con las flotas vasca y cántabra con el objeto de adquirir parte de su cuota, subiendo de esta forma la cantidad de toneladas final este año, aunque depende de la aprobación por parte de la Secretaría de Pesca.

El funcionamiento de la almadraba se trata de un verdadero arte. Las redes, son una forma de laberinto submarino, que hacen que los atunes vayan a la parte final del sistema, en las que son capturados mediante una técnica precisa y respetuosa.

Pesca del atún

La pesca es llevada a cabo con la participación de submarinistas especializados que, mediante un disparo certero lo sacrifican de forma instantánea y se minimiza el sufrimiento y garantizando la calidad de la carne.

Todos los ejemplares capturados en las almadrabas siempre son atunes adultos, con ciclos reproductivos completos, esto es opuesto a la captura de ejemplares más jóvenes y pequeños que se hacen en el Cantábrico. Es un detalle importante pues se cuantifica la diferencia en términos de sostenibilidad y calidad final del producto.

Cabe destacar que las almadrabas gaditanas se ven obligadas a la adquisición de una cuota adicional, esto pone sobre la mesa el debate en cuanto a la equidad del reparto en el sistema pesquero nacional.

La temporada va de finales de abril hasta finales de junio, que viene a coincidir con la migración del atún desde la zona del Atlántico hacia el Mediterráneo, una migración con el objetivo de desovar.

La referida levantá es entendida como un acto cultural y gastronómico que es vivido con una gran intensidad en las localidades costeras, con motivo de ello se celebran fiestas, ferias del atún y jornadas que se dedican al mismo, ejemplo de ello es la localidad de Barbate.

Estamos en un periodo en el que las costas gaditanas vuelven a vestirse de redes, de ilusión, de esperanza, y en el que se reedita un ritual en el que hay una mezcla de técnica, tradición y cultura.